La televisión, por ejemplo, se ha convertido en el “principal canguro y la distracción primordial de los niños”.
Y, ¿qué sacamos de ella? ¿Qué sacan los niños de ella?
VIOLENCIA –hay cifras escalofriantes acerca del menú de violencia que se nos ofrece a diario incluso en lo que se da en llamar “horario infantil”-.
“Un fuerte efecto de ANSIEDAD, que se traduce en violencia psicológica que puede marcar el ánimo del niño, impresionarlo, perturbarlo. Esto puede hacerlo habituarse a la violencia, a banalizarla y hacerlo insensible, más tarde, al sufrimiento de los demás”. Es decir, FALTA DE EMPATIA.
Según George Gerbner –especialista en violencia en la pequeña pantalla de la Universidad de Pensilvania-: “La exposición reiterada a la violencia vuelve al público ansioso y desconfiado, le hace exagerar los rIesgos de agresión en su medio. Cuantas más emisiones violentas vean los niños, más aceptable les parece la violencia y más les produce placer. Les cuesta discernir lo verdadero de lo falso”.
La PUBLICIDAD, otro de los bombardeos incesantes, “va a hacerles interiorizar las normas ideológicas dominantes. Y enseñarle criterios consensuales de lo bello, lo justo y lo verdadero; es decir, los cuatro valores morales sobre los cuales para siempre se edificará su visión moral y estética del mundo”.
La publicidad trata de descubrir nuestras debilidades y puntos vulnerables, “cuando han obtenido esta información, el ciudadano se convierte en blanco de la diana”.
En los dibujos animados y videojuegos, se combina la alta carga de violencia con la REALIDAD VIRTUAL. “Una exposición demasiado frecuente a esta última -según los psicólogos- induciría a una verdadera descomposición psicológica, haciendo una sangría en las fuerzas vivas de la personalidad en beneficio de uno o varios mundos virtuales”.
Tanto en éstos como en aquella, se utilizan incluso técnicas controvertidas e ilegales como imágenes o sonidos subliminales.
Todo creando una norma social; creando consenso. Generando un perfil de individuo social. De modo que establecen una nueva forma de condicionamiento “al recordarnos constantemente el deseo de la mayoría” –como dice Ramonet.
Fuente: http://elproyectomatriz.wordpress.com/2008/07/18/el-poder-de-las-palabras/
Baltasar Manzano Albaladejo
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