miércoles, 31 de marzo de 2010

Dificultades del aprendizaje


Como identificar los problemas de aprendizaje

Los problemas del aprendizaje afectan a 1 de cada 10 niños en edad escolar. Son problemas que pueden ser detectados en los niños a partir de los 5 años de edad y constituyen una gran preocupación para muchos padres ya que afectan al rendimiento escolar y a las relaciones interpersonales de sus hijos.

Un niño con problemas de aprendizaje suele tener un nivel normal de inteligencia, de agudeza visual y auditiva. Es un niño que se esfuerza en seguir las instrucciones, en concentrarse, y portarse bien en su casa y en la escuela. Su dificultad está en captar, procesar y dominar las tareas e informaciones, y luego a desarrollarlas posteriormente. El niño con ese problema simplemente no puede hacer los que otros con el mismo nivel de inteligencia pueden lograr.
El niño con problemas específicos del aprendizaje tiene patrones poco usuales de percibir las cosas en el ambiente externo. Sus patrones neurológicos son distintos a los de otros niños de su misma edad. Sin embargo tienen en común algún tipo de fracaso en la escuela o en su comunidad.
Cómo detectar problemas de aprendizaje en los niños
No es nada difícil detectar cuando un niño está teniendo problemas para procesar las informaciones y la formación que recibe. Los padres deben estar atentos y conscientes de las señales mas frecuentes que indican la presencia de un problema de aprendizaje, cuando el niño:

- Presenta dificultad para entender y seguir tareas e instrucciones.
- Presenta dificultad para recordar lo que alguien le acaba de decir.
- No domina las destrezas básicas de lectura, deletreo, escritura y/o matemática, por lo que fracasa en el trabajo escolar.
- Presenta dificultad para distinguir entre la derecha y la izquierda, para identificar las palabras, etc. Su tendencia es escribir las letras, palabras o números al revés.
- Le falta coordinación al caminar, hacer deportes o llevar a cabo actividades sencillas, tales como aguantar un lápiz o amarrarse el cordón del zapato.
- Presenta facilidad para perder o extraviar su material escolar, como los libros y otros artículos.
- Tiene dificultad para entender el concepto de tiempo, confundiéndo el "ayer", con el "hoy" y/o "mañana".
- Manifiesta irritación o excitación con facilidad
Características de los problemas de aprendizaje
Los niños que tienen problemas del aprendizaje con frecuencia presentan, según la lista obtenida de "When Learning is a Problem/LDA(Learning Disabilities Association of America)", características y/o deficiencias en:

Lectura (visión)
El niño acerca mucho al libro; dice palabras en voz alta; señala, sustituye, omite e invierte las palabras; Ve doble, salta y lee la misma línea dos veces; no lee con fluidez; tiene poca comprensión en la lectura oral; omite consonantes finales en lectura oral; pestañea en exceso; se pone bizco al leer; Tiende a frotarse los ojos y quejarse de que le pican; presenta problemas de limitación visual, deletreo pobre, entre otras.

Escritura
El chico invierte y varía el alto de las letras; no deja espacio entre palabras y no escribe encima de las líneas; Coge el lápiz con torpeza y no tiene definido si es diestro o zurdo; mueve y coloca el papel de manera incorrecta; trata de escribir con el dedo; tiene pensamiento poco organizado y una postura pobre, etc.

Auditivo y verbal
El niño presenta apatía, resfriado, alergia y/o asma con frecuencia; pronuncia mal las palabras; respira por la boca; se queja de problemas del oído; se siente mareado; se queda en blanco cuando se le habla; habla alto; depende de otros visualmente y observa el maestro de cerca; no puede seguir más de una instrucción a la vez; pone la tele y la radio con volumen muy alto, etc.

Matemáticas
El alumno invierte los números; tiene dificultad para saber la hora; pobre comprensión y memoria de los números; no responde a datos matemáticos, etc

Fuente: http://www.guiainfantil.com/educacion/escuela/noaprende.htm

María Pilar Lucas Marín

martes, 30 de marzo de 2010

Los padres entran en el colegio


1.La educación como servicio público. Los padres ya han entrado en el colegio. Y lo han hecho por la puerta grande, pues ha sido la Constitución la que ha dispuesto y abierto los centros educativos a la participación democrática del siguiente modo:

“Los profesores, los padres, y en su caso, los alumnos intervendrán en los control y gestión de todos los centro sostenidos por la Administración con fondos públicos, en términos que la ley establezca”.(Artículo 27.7). Y este extremo ya está establecido, como después veremos, mediante la ley orgánica 5/1980, de 19 de junio (ya citada), pro la que se regula el Estatuto de Centro Escolares (LOECE) y por el real decreto 2.764/1980, de 4 de diciembre, que establece el procedimiento de constitución de los órganos colegiados de gobierno de estos centros.

Mas, en el frontis de la entrada de los padre al colegio, es preciso que figuren unos conceptos-clave cuyo conocimiento es indispensable, y el primero de los cuales es el que encabeza este punto: la educación como servicio público.

La educación de los ciudadanos ha estado y estará siempre a caballo entre el derecho privado que se orienta hacia el bien personal o individual, y el derecho público dirigido hacia el bien común.

En ello entran también en juego la libertad de la enseñanza y la socialización o estatalización de la misma. La educación como servicio público se enmarca más bien en esta segunda corriente. Y es curioso que a medida que fue ganando terreno esta tendencia ha ido desarrollándose paralelamente, o por la menos consecutivamente, la llamada auto o cogestión de los centros. Y la interrogante que surge a este respecto es la siguiente: ¿es posible la cogestión educativa de forma estricta en un Estado que se rige por una Constitución democrática pluralista como el nuestro? La contestación supone una triple distinción:

- En los centros promovidos, sostenidos y dirigidos por personas jurídicas colectivas (instituciones religiosas) o individuales (colegios privado propiedad de un particular) es posible cierta participación a nivel administrativo , organizativo y disciplinario, aunque sean unos y otros de los llamados subvencionados , pero no parece posible la cogestión estricta por los padres.

- En los centros estatales, sostenidos y dirigidos por la Administración o Gobierno, donde los profesores ingresan y ejercen de acuerdo con unas disposiciones que les confieren derechos y les exigen obligaciones, la cogestión tampoco es viable.

- Sólo en unos centro promovidos, sostenidos y dirigidos totalmente por los padres, que se constituyen en asociación con fines y medios exclusivamente propios con relación a la educación de sus hijos, es posible una cogestión estricta por parte de ellos.

Pero dejemos estas disquisiciones a un lado y vayamos a ver si el concepto de “servicio público” puede acoplarse al de educación, tal y como lo ofrece la administración escolar.

Por lo pronto, “servicio” es la actividad de Estado en orden a satisfacer una necesidad de carácter general. Y el adjetivo “público” se opone a “privado” en el sentido de que lo primero pertenece a la sociedad organizada y lo segundo a los individuos. Está claro, a primera vista, que la educación que corre a cargo de la Administración, la básica u obligatoria, puede ser considerada como un servicio público. La cuestión, no obstante, merece algún comentario.

El doctor Sánchez Vega, S.M., de que ha formulado su voluminosa tesis en torno a este problema, no lleva de la mano a tres momentos de la historia de nuestra legislación escolar, que son muy significativos:

a) Aunque de siempre, desde que fuera institucionalizada la educación, se ha venido considerando a esta como una obligación por parte del Estado, es en la Constitución de 1931 (Segunda República) donde se consigna literalmente: “El servicio de la cultura es atribución esencial del Estado y lo prestará mediante instituciones educativas enlazadas por el sistema de la escuela unificada” (Artículo 48). Los cinco años de vigencia de esta constitución, aunque iniciaron el proceso de monopolización del Estado en materia de educación, éste no llegó a consumarse por completo.

b) Después de bastantes años baja el régimen de Franco, tal concepción se cambien en el sentido de considerar al Estado como subsidiario de la familia y de la sociedad a este respecto, hasta que en la Ley General de Educación 1970 se manifiesta: “La educación, que a todos los efectos tendrá la consideración de servicio público fundamental…” (Artículo 3). Pero de ser servicio público a tener la consideración de, hay una diferencia sustancial, no funcional, que signifique exclusividad, ni tampoco que los colegios privados sean meros concesionarios de la Administración, sino concertados, a efectos de que sea un hecho el principio de gratuidad. Ello ha dado posibilidad al hecho real de los colegios subvencionados.

c) Actualmente en nuestra Constitución vigente (1978) no se hace ninguna mención al carácter de servicio público de la educación, antes al contrario, se admite la concurrencia de la iniciativa de la iniciativa privada, y así en el artículo 26.6 de la misma se dice: “Se reconoce a las personas físicas y jurídicas de la libertad de creación de centros docentes, dentro del respeto a los principios constitucionales”.

Concluimos, pues, entendiendo que la educación es un servicio de interés general, virtualmente un “servicio público”, pero de modo muy “suigeneris”, ya que ni doctrinal ni jurídicamente se adapta al concepto que en Derecho se tiene de la expresión “servicio público”.

2.¿Qué es o en qué consiste la educación? Es este el segundo concepto clave a que nos hemos de referir en este capítulo, y no por bizantinismo, sino porque creemos que es preciso fijarlo en este trabajo sobre las relaciones familia-colegio.

Por los pronto, digamos que la educación no es un accidente que le adviene al individuo como otro cualquiera, sino que le es como “algo propio” y que, sino se tiene, nunca se llegara a ser hombre completo, lo mismo que le sucedería si no lograse como instrumento para comunicarse como los demás. La educación es, pues, necesaria como “necesidad de medio” para poder vivir como ser individual y social al mismo tiempo.

Y consiste en el perfeccionamiento intencional de todas la potencialidades físicas, intelectuales y morales que como ser humano todo individuo posee. Se han dado y circulan infinidad de definiciones sobre la educación –la Pedagogía está llena de ellas-, pero para el caso la más clara y concreta es la que acabamos de proponer.

Y todo esto, ¿ para qué? Para lograr que los hijos alcancen a su debido tiempo –se entiende que cuanto antes, mejor- la autonomía propia para desenvolverse en la vida con plena responsabilidad y libertad, que es la mayor y más noble aspiración de todo hombre. Si bien ello será siempre una tarea inalcanzable totalmente, puesto que, como decía nuestra gran escritora Concepción Arenal: “La educación empieza en la cuna y acaba en el sepulcro, porque mientras vivimos podemos aprender de los que saben mas y enseñar a los que saben menos”. Sin embargo, y desde un punto de vista práctico, al educación institucionalizada tiene un principio o punto de partida y un final registrable.

El principio está en el momento en el niño siente la necesidad de “socializarse” con otro de su edad y que no se pertenecen precisamente a su familia. Ello suele advertirse con poca diferencia entre los tres y los cuatro años, pero lo corriente y conveniente es que la educación familiar y la escolarización se combinen y complementen alrededor de los cuatro o cinco años. La inserción de un niños en una institución no familiar antes de esta edad, con el propósito de educarle o instruirle, puede ser en algunos casos una necesidad, mas constituyen, no cabe duda, un mal menor. Hasta esa edad los niños –los seres que precisan de más cuidado por parte de sus padres de toda la especie animal, durante los dos o tres primeros años de su existencia, porque nacen más indefensos-, necesitan antes que de otra cualquier escuela, la del hogar y de la familia, tanto para su vida física como afectiva. El carecer de ella les supone un “hándicap” que quizás después nunca logren superar. Montaigne nos cita de Aristóteles la siguiente comparación, que viene aquí como anillo al dedo: “Los ruiseñores instruyen a sus crías, dedicándoles tiempo y cuidados; de lo que resulta que los que nosotros criamos en jaulas pierden gran parte de la belleza de sus trinos”.

La meta para la educación que los padres han de fijarse para sus hijos está en que éstos lleguen a una autonomía responsable, hasta el momento en que se sientan preparados para defenderse por sus propios medios ante los avatares de la vida, en que sean autosuficientes para procurarse su necesario sustento, para obrar y actuar en todo con libertad, lo que ellos llaman “vivir su vida” y constituir, si quiere y bajo su responsabilidad –que equivale a decir con todas sus consecuencias-, una familia de forma similar a como sus padres la constituyeron. La edad para esto ha ido anticipándose históricamente en los últimos siglos hasta quedar establecida, hoy por hoy, entre los diecinueve o veinte años o, lo que es lo mismo, cuando tiene acabadas la Educación Básica y la Media o Profesional.

El pretender alargar ese proceso hasta lograr que alcancen una carrera universitaria o formación profesional superior, a expensas de los padres, más allá de los límites antedichos, como ha sido hasta hace poco tradicional dentro de las familias pudientes, es un loable empeño que de día en día se presenta cada vez más problemático. No es que estemos en contra de ello, sino que la experiencia y el análisis de la situación en que hoy se encuentra la juventud así nos lo advierte. Parece ser que el ideal a que aspira al que aspira la sociedad es que a los veinte años todo joven pudiera combinar el estudio o actividad para su aprovechamiento individual con un trabajo productivo que le facilitara medios económicos propios para lo primero, con lo que una formación universitaria o superior en cualquier actividad no sería ya un favor de “papá” o atribuible a una buena posición social económica, sino una conquista personal que cualquiera con esfuerzo y sacrificio pudiera lograr.

3. Lo que una educación de calidad comporta. Pero con el concepto que acabamos de diseñar no es suficiente para que, sobre todo los padres que no tienen una preparación especial respecto a la educación que deben recibir sus hijos , sepan a qué atenerse. Es preciso saber, además, lo que una buena educación –de calidad- como ahora se dice, exige. Lo vamos a exponer también de modo sucinto, aunque con la mayor claridad posible.

Nuestra constitución actual despacha esta cuestión con pocas palabras: “Tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derecho y libertades fundamentales”. (Artículo 27.2.) Pero es nuestro deber ahondar más. Una educación fundamental o de base tiene que cubrir o garantizar la consecución, al menos, de estos tres objetivos:

a) Desarrollar aptitudes o capacidades y proporcionar conocimientos, habilidades o destrezas (aspecto individual).

b) Formar hábitos de convivencia y disciplina y fijar actitudes o criterios para que el individuo cumpla con su condición de pertenencia a una comunidad a una comunidad (aspecto social).

c) Orientar personal y vocacionalmente, no solamente para afrontar la vida con cierta confianza y éxito, sino también para que se realice la auto finalidad del ser íntimo que cada cual conlleva (aspecto inmanente y trascendente a la vez).

Todo esto supone un clima permanente de corresponsabilidad o responsabilidad bidireccional entre profesor y alumno, circunstancia extensiva igualmente a la relación padre-hijo. Las teorías o doctrinas pedagógicas vienen debatiéndose desde muy antiguo, entre los extremos de la autoridad y la libertad. Ambos ingredientes son indispensables, porque sin autoridad por parte del educador –lo que no quiere decir autoritarismo- no es posible la educación, lo mismo que sin libertad por parte del educando –que no es hacer lo que ha éste le venga en gana-, habrá domesticación u otra cosa parecida, pero nuca verdadera educación. Es preciso, y ahí está la gran dificultad del hecho educativo, superar la antinomia o conflicto entre ambas. “La educación –dice Freud- debe abrirse para entre la Scila de laissez-faire y la Caribdis de la prohibición” Otro autor, P. Nash, ha comparado la educación a un río: “ Este está limitado y confinado por sus orillas, pero éstas le permiten avanzar libremente hace el mar. Sin ellas el río se convertiría en una ciénaga: únicamente mediante la limitación puede alcanzar su objetivo”.

La responsabilidad bidireccional de que hablamos postula por parte del profesor:

1. Respecto a la personalidad, aunque sea incipiente, del niño, que es un ser libre, tiende a desarrollarse según sus propios intereses y necesidades, con unos recursos propios tanto de orden físico como intelectual, moral, social y religioso, capaces de perfeccionarle y de convertirle en un hombre auténtico para consigo mismo y útil para la sociedad en que está inserto.

2. Responder ante los padre, que no es que dimitan, sino delegan en él la educación de sus hijos, lo que no obsta para que le puedan pedir cuentas en aquellos momentos o actos del proceso educativo en que consideren que su proceder no es correcto o presenta lagunas en la atención que merece.

3. El educador tiene que responder también ante la sociedad que le ha conferido tal misión, ya que el educando no es un ser aislado, sino que, además de pertenecer a una familia, se debe a una comunicación que le sustenta como individuo y a la cual tiene que prestar sus servicios, siquiera sea en compensación a lo mucho que ella recibe, aunando el bien o beneficio propio con el bien o provecho común.

Decimos corresponsabilidad porque el educando tampoco está exento de:

a) Autorresponsabilidad en el sentido de su conducta moral, de su instrucción de su adaptación, a una cultura que cada día le exige más en su intencionalidad y en su comportamiento.

b) Tiene que sentirse responsable ante sus semejante, que, si bien le han reconocido como uno de tantos portadores de esos derecho que se llaman universales, ello exige, por su parte, un deber u obligación de que tales derechos humanos no sean conculcados ni por él ni por los demás.

c) Ha de sentirse responsable, últimamente ante un destino o providencia que al crearle o determinarle existencialmente como persona le ha dotado de libre albedrío, lo que supone tener que aceptar todo lo que vivir implica.

4. El profesor como delegado de los padres. Desde el momento en que a los padres se le reconoce el derecho a elegir libremente el centro donde sus hijos han de recibir educación y hacen uso de él, delegan a todos los efectos en todos los profesores del colegio, ya sea éste público, privado o concertado. Esta libre elección está reconocida en la citada ley orgánica que regula el Estatuto de Centros Escolares (LOECE): “Los padres y tutores tienen derecho a elegir el tipo de educación que deseen para sus hijos o pupilos y a que éstos reciban, dentro del sistema educativo, la educación y enseñanza conforma a sus convicciones religiosas y filosóficas, a cuyo efecto podrían escoger esas convicciones. El Estado, mediante la correspondiente Ley de Financiación de la Enseñanza Obligatoria, garantizará la libertad fundamental de elección de centro educativo en los niveles de enseñanza que se establezcan como obligatorios y, consecuentemente, gratuitos”. (Artículo quinto, puntos Uno y Dos).

Pero he aquí que, en razón a las condiciones que reúnen los profesores delegados como técnicos de la educación, es decir, profesionales de la enseñanza, dependientes de administración escolar en el caso de los colegios públicos, o contratados por la empresa titular, si se trata de colegios privados, la delegación que los padres hacen y la que reciben los profesores reviste unas características específicas que conviene tener en cuenta.

Más, ¿qué es o en qué consiste ser profesor? Por lo pronto es una persona que con su título, exigible siempre, salvo en los casos condenables de intrusismo, reúne dos condiciones indispensables:

a) Preparación científica.
b) Capacitación pedagógica.

En cuanto a los colegios públicos se da el caso en que los profesores propietarios que ambas cualidades han sido revalidadas mediante una “ oposición” que le da, además, unos derecho propios de su condición de funcionarios públicos y un “status jurídico-administrativo”. Baste decir que son inamovibles, una vez adquirida su escuela, mientras no se interponga un expediente disciplinario que anule dicha inamovilidad. El Código Civil les protege de cualquier forma de difamación, ofensa o amenaza.

Por otra parte, responden de los aspectos éticos y pedagógicos de su función ante sus superiores. En el caso, el director del centro, el inspector del Estado y el director provincial de Educación, respectivamente, y en superior instancia el ministerio, por medio del subsecretario y el director general de Educación Básica. En el caso de centro privados, los profesores tienen también sus derechos laborales, y en relación con su función didáctica responden similarmente ante la Administración o poderes públicos que, igualmente, tiene atribuidos la inspección o control.

Todo esto, que parece obvio, nos vemos en la obligación de reseñarlo en atención a que algunos padres creen que ellos pueden proponer o remocionar a cierto profesores o directores de los colegios públicos, y, si bien es cierto que tiene derecho a participar en la gestión y control de los mismo, sus competencias no llegan hasta esos extremos. Es cierto que pueden denunciar lo que les parece anomalía en el proceso educativo a que se someten sus propios hijos, si no son bien atendidos en su instrucción o enseñanza, así como inclusive revocando la delegación a que antes hemos aludido, retirando del colegio a sus hijos y matriculándolos en otro centro.

La familia, estos , los padres si bien interviene en la formulación del reglamento del régimen interno, tampoco pueden convertirse en legisladores del colegio, alterando el calendario, la adscripción del los profesores a sus respectivos cursos o áreas, lo cual es protestativo de la dirección, otra cosas por el estilo que estén y la legisladas, como tampoco inmiscuirse en los aspectos puramente didácticos o académicos que corresponden al claustro, puesto que los profesores no pueden ser interferidos en su tarea o función por alguien que no se su superior en ellos, Lo que no impide que en cualquier momento pueden ser informados de la marcha de sus hijos en cuanto a progresos o fracasos en el rendimiento, evaluaciones, comportamiento, etc., de los mismos.

En definitiva, que la delegación de que hablamos está condicionada por ambas partes, padres y profesores, y no es limitada, sino responsable, con fronteras bien marcadas entre deberes y derechos de ambos, como después vamos a tener ocasión de ver. Para bien de la educación de los alumnos, digamos una vez más que siempre debe prevalecer, ante todo, la mutua confianza y colaboración entre colegio y familia.

5. El colegio como lugar de encuentro. Está claro que un análisis a fondo sobre el colegio de EGB hoy día nos obliga a considerar su funcionalidad mas allá de los límites tradicionales, pues de un sistema cerrado y determinismo, configurado únicamente como el instrumento de que los padres o la sociedad organizada (Estado) se venían sirviendo para la instrucción de sus hijos o de los ciudadanos del mañana, y en el que solamente alumnos y profesores realizaban la enseñanza o aprendizaje sin otras influencias que las exigidas por su régimen o gobierno interno, siempre impuesto por los primeros sobre los segundos, se ha pasado a un organismo abierto y probabilismo en que se dan múltiples y variadas interacciones entre centro y comunidad educativa.

Y como ésta está constituida por padres e hijos, profesores y alumnos, personal auxiliar y servicios complementarios, monitores y especialistas, repentones de los ayuntamiento y de ola administración educativa, etc., con el juego de influencias, tensiones e intervenciones de todo orden, “inputs and outputs” sociales fuertes, lo natural es que ahora haya que verlo como una encrucijada o lugar de encuentro en el lugar de encuentro en el que entran en juego, cuando no en litigio o conflicto, los derechos y deberes, las obligaciones, competencias o atribuciones de todos y cada uno de los elementos o factores integrantes del colegio y diferentes sectores de la comunidad, pues el primero ya no es una isla un puente entre él y la sociedad que lo sustenta.

Por eso, de simple y elemental, se ha convertido en compleja y dificultosa su organización y mucho más aun su funcionamiento, su vida misma y la realización concorde de su actividades. Pero, por lo mismo, es más sugerente e interesante y exige, sobre todo de padre y profesores, mayor compenetración, más imaginación y buena voluntad, más esfuerzo, y quienes no lo entiendan así es que no saben por dónde se andan.

Ahí están los derechos y deberes inalienables de los padres o de la familia; en el colegio se encuentran igualmente los deberes y derechos de los profesores; aquí confluyen también otro tipos de educadores o auxiliares educativos, tales como psicólogos, médicos, monitores de educación física, etc., que están en el colegio en engranaje correcto con toda maquinaria didáctica del mismo, y sin menoscabo, desde luego, con lo que se consideren exigencias legales, obligatorias y centro educativo del mismo nivel, ya que lo contrario supondría discriminar a los alumnos asistentes a los colegios que disponen de todos estos aditamentos, de aquellos otros que por las razones que sean no cuentan con ellos; no hay que olvidar tampoco la demanda social o presión que viene de los ayuntamientos, de las asociaciones de vecinos y de otros entes; están finalmente los derechos y los no menos importantes del niños, los de la Iglesia y otras instituciones a quienes se les reconoce el derecho a fundar y sostener centros educativos.

Mas, puestos a discutir prevalencias, ¿Cuáles son los primordiales…? Por su origen y anterioridad parece que son los de la familia; por su importancia, los de profesores, sin los cuales lo que los padres no pueden tener plena realización; por su fuerza, los de las asociaciones de padres y sindicatos de enseñantes; por su efectividad, los de la política educativa o Gobierno… Y ante todos este amplio marco de influencias o consideraciones, como norma general, no se acierta a ciencia fija qué decir, a no se qu una vez mas y como razón de justicia apelemos a los tres reconocidos preceptos que provienen de Ulpiano, antiguo jurisconsulto romano que los formuló así: “Honeste vivere, alterum no laedere, suum cuique tribuere” o, lo que es lo mismo, comportarse en todo momento como es debido, no perjudicar a nadie y darle a cada uno lo suyo. Pero ya se sabe que las normas de justicia son siempre rígidas y tajantes, por lo que puede ocurrir que, ateniéndose solamente a ellas, se produzca lo que también en términos latinos se decía: “Summum ius, summa iniura”, y para lo cual el doctor de Aquino aconsejaba que se apelara a la equidad como principio moral en todo tipo de relaciones humanas.

Más particularmente aún, en materia de educación el mecanismo regulador debe ser siempre el interés del niño, como más débil que es y porque debe tratarse de conformarle apriorísticamente a intereses ajenos a su naturaleza y condición propia, ni de “conquistar su alma”, ni menos de manipularle o servirse de él para otras intenciones o fines, como suele suceder algunas veces desgraciadamente.

A este respecto, y con ello queremos acabar este comentario, conviene que todos los interesados o afectados empiecen por entender bien y compenetrarse con sus derechos y deberes, obligaciones y responsabilidades, atribuciones y competencias, que ya están bien determinadas en nuestra legislación vigente, parte de otros fundamentos de derecho universal, y que aunque sea obligada su referencia no vamos a citar ahora por considerarlos ya sabidos. No obstante, lo que sí queremos recalcar ahora y que viene a reafirmar lo ya dicho, es que en el Principio 7 de la Declaración de los Derechos del Niño, ya citada, se dice en el párrafo segundo: “El interés superior del niños debe ser el principio rector de quienes tienen la responsabilidad de su educación y orientación”.

Por olvidar algunas veces esto, padres o profesores, aunque estén guiados unos y otro por las más sanas intenciones, se exceden en sus funciones y en lugar de cooperar ambos en la mejor realización posible del proceso educativo se produce todo lo contrario y se perturba, cuando no se perjudica irremediablemente. Podríamos citar casos reales que nos ha proporcionado la experiencia, pero preferimos dejarlo al bien juicio del lector por aquello de “alaba prudentemente y crítica más prudentemente todavía”. Ahora bien, no nos resistimos a señalar dos actitudes que no deberíamos adoptarse nunca:

a) Con relación a los padres: Que al considerara el colegio como un servicio público se sientan con derecho a exigir de él todo, sin ofrecer colaboración u obligación alguna por su parte; que quieran dirigir la actividad didáctica en el mismo sin más conocimiento que la experiencia que mantienen en su recuerdo de cuando ellos fueron alumnos.

b) Respecto a los profesores: Aunque sean los técnicos cualificados en materia de educación, no se deben consideran los únicos ni han de rechazar cualquier sugerencia que proceda de otra parte, sobre todo si existe alguna razón para ellos.

A los primeros cabe aclararles que una cosa es su derecho a intervenir en la educación de sus hijos y otra bien distinta intervenir total y exclusivamente en el colegio con todo lo que se funcionamiento implica. Y a los segundos, que el estar abiertos siempre a sugerencia y diferentes puntos de vista es enriquecedor y nos aleja del dogmatismo en las opiniones y de la incomprensión mutua.

Fuente: Pulpillo Ruiz, Ambrosio J., "La participación de los padres en la escuela (estudio pedagógico y legal)".Colección Práctica Educativa. Editorial Escuela Española, S. A. 1982, Madrid.

María Eugenia López López

sábado, 27 de marzo de 2010

Características de la relación Familia - Escuela


El principio de subsidiariedad es el que marca esta relación. Es la familia quien tiene el derecho-deber de la educación.


- Son los padres quienes tienen la posibilidad de decidir acerca de las cuestiones esenciales: más, a medida que los hijos son menores.


- Son los padres quienes eligen el centro educativo, sobre todo en las etapas de Educación Primaria y Secundaria. Ayudan a los hijos también a elegir los amigos al situarles en determinados contextos sociales, don, de se entablan las relaciones de amistad.


- Son los padres quienes, como consecuencia de su estilo de vida, relaciones, conversaciones, juicios, etc., van creando una cultura familiar que es clave en todo el proceso de maduración de la persona, de tal manera que muchos de los referentes en la toma de decisiones de las personas adultas se basan en actitudes y valores adquiridos en los primeros años de vida.


- Son los padres quienes gozan de esa relación de intimidad única que exclusivamente se da en el seno de una familia y que permite todo tipo de interrelaciones personales: de afecto, ayuda, orientación, soporte, etc., que influyen y modifican los comportamientos de todos sus miembros. Suele decirse que en una familia todos educan y son educados.


Son, asimismo, los padres quienes están en mejores condiciones, a causa de su cariño desinteresado, de conseguir el crecimiento en autonomía de sus hijos y, por tanto, la madurez: un crecimiento en libertad y responsabilidad que solamente es posible, de manera armónica, cuando la familia soporta las decisiones personales, con su mezcla de aciertos y errores.

Y es al elegir la escuela cuando la hacen partícipe de sus deseos, ideales, valores y objetivos educativos, aunque con frecuencia no los tengan ellos mismos suficientemente definidos o explicitados.

Establecen los padres con la escuela una particular relación de confianza, mediante la cual delegan autoridad, funciones, objetivos familiares, etc., en la institución a la que confían sus hijos.

La relación que se entabla entre familia y escuela es tan peculiar que sólo cabe situarla en el marco de la confianza- es la escuela, corno parte de la familia, una prolongación suya, adquiriendo así su pleno sentido.

Esa relación de confianza es la que determina, matiza y da forma al binomio familia - escuela, que debe estar marcado por una actitud de responsabilidad compartida y complementaria en la tarea de educar a los hijos. Ello implica una verdadera relación de comunicación donde padres y maestros establezcan una vía abierta de información, de orientación, sobre la educación de los hijos, constructiva y exenta de tensiones por el papel que cada uno de ellos desempeña.

En este sentido, la familia debe tener una actitud activa y participativa, más allá de las aportaciones puntuales de información sobre los hijos, en la medida que lo requieran los maestros: esto es, trabajar conjuntamente en la orientación de la persona en orden a un proyecto común de educación.

Si no se produce ese acuerdo previo sobre cómo y para qué queremos educar a nuestros hijos, la disfuncionalidad en la relación padres-maestros y en el mismo proceso educativo, estará asegurada. Una escuela no puede limitar su actividad a los campos que sean de su exclusivo interés, sin atender a las necesidades de la familia. Esa peculiar relación de confianza-servicio es característica de la escuela, particularmente en los niveles de Primaria y Secundaria.

Fuente: http://www.educar.org/articulos/padresymaestros.asp

Carmen Mª Gil Ruiz

jueves, 25 de marzo de 2010

Hábitos correctos para una alimentación sana


Como padre o persona encargada del cuidado del niño, debes saber que para los niños es fundamental comer alimentos saludables pero, los padres y los niños no siempre se ponen de acuerdo acerca de lo que deben comer.

¿Cómo puedes asegurar que los niños están comiendo los alimentos correctos?

Comienza con buenos hábitos alimenticios.
Los niños de corta edad necesitan tres comidas regulares más uno o dos bocadillos. Planifica el horario de los bocadillos de tal forma que no queden demasiado cerca de los horarios de las comidas principales. Escoge bocadillos de los cinco grupos alimenticios señalados en la Pirámide Guía de los Alimentos.

Enseña buenos hábitos alimenticios con el ejemplo. Disfruta las comidas con tus hijos. Ellos aprenderán de ti cómo y qué comer. ¡Tus hábitos alimenticios saludables harán que tú también seas más saludable!

Porciones para niños

Sirve porciones pequeñas a los niños de corta edad, si se quedan con hambre ellos pedirán más comida. Ofréceles nuevos alimentos en porciones aún más pequeñas, como una o dos cucharadas.

Ayuda si tienes niños quisquillosos para comer.
Con frecuencia los niños quieren comer el mismo alimento comida tras comida, este comportamiento se conoce como "manía por un alimento". Por lo general, esta manía por un alimento no dura lo suficiente para perjudicar la salud del niño; si se trata de un alimento saludable, los padres pueden permitir que el niño lo siga comiendo hasta que se le pase la manía.

Es posible que los niños de corta edad coman menos un día y más al día siguiente, el apetito de los niños depende de su crecimiento y nivel de actividad. Si consideras que el niño está comiendo muy poco o demasiado, consulta a tu médico o dietista.

Utiliza la Pirámide Guía de los Alimentos para Niños de Corta Edad.
Está pirámide especial te ayudará a enseñar a tus hijos qué deben comer para crecer y mantenerse saludables. En esta pirámide se muestran los alimentos que los niños conocen y disfrutan.

Ofrece a los niños de corta edad una variedad de alimentos de los cinco grupos alimenticios. Cada grupo proporciona algunas de las sustancias nutritivas y la energía que los niños necesitan. Ningún grupo alimienticio es más importante que otro. Para crecer y ser saludables, los niños necesitan comer diferentes alimentos cada día.

Por necesidades básicas se entiende la cantidad de calorías, proteínas, grasas, hidratos de carbono, vitaminas, minerales y agua que un individuo necesita para asegurar su crecimiento y mantenimiento de su organismo.

Estas necesidades se satisfacen con una dieta equilibrada y variada.

Crecimiento y Alimentación

Son varios los factores que determinan el crecimiento y la talla (altura) definitiva de un niño. El factor genético (la herencia) influye en gran forma pero no debemos olvidar la importante relación que existe entre CRECIMIENTO Y ALIMENTACIÓN.

Está demostrado que una dieta hipocalórica (pocas calorías) severa llevada a cabo sin el control del médico o nutricionista, altera el crecimiento en dos etapas: si la malnutrición dura poco tiempo, el retraso de crecimiento se recupera tan pronto como se vuelva a una alimentación adecuada. En cambio, si el déficit alimentario se prolonga por más tiempo, la fase de recuperación no se produce aunque se restablezca la dieta equilibrada con un suplemento.

Las consecuencias de la malnutrición son especialmente severas si esta se produce en edades muy tempranas. Es importante tener en cuenta tanto la provisión de nutrientes para un adecuado crecimiento y desarrollo, como también para iniciar la prevención de trastornos en la adultez.

La enseñanza de una correcta alimentación desde la niñez, con el transcurso del tiempo genera hábitos alimentarios que acompañan al individuo durante toda la vida.

Priorizando Alimentos

Alimentación correcta es aquella que:

  • Es variada: compuesta por los 5 grupos de alimentos
  • Es suficiente: porque su cantidad está en relación con el período de la vida, actividad y trabajo que desarrolla el individuo.
  • Está bien distribuida: se realiza con intervalos variables, no menos de 4 comidas al día.
  • Es higiénica: porque se realiza siguiendo ciertas reglas que disminuyen el riesgo de transmitir enfermedades infecciosas o tóxicas.

Una dieta sana y equilibrada para un niño debe estar constituida por alimentos variados y adecuados a la edad, gustos, hábitos y actividad física e intelectual del mismo.

El aporte calórico debe ser adecuado para mantener el peso normal, para evitar tanto la malnutrición como la obesidad.
La dieta debe proporcionar un 60 % de hidratos de carbono, 15 % de proteínas y un 25% de grasas.
La base de una buena alimentación está asegurada consumiendo diariamente alimentos de los 5 grupos que componen la pirámide alimentaria.

1 - Lácteos ( Leche, quesos, yogur)

Los lácteos son fuente de proteínas, aportando además calcio y vitaminas A y D.

Recomendación:

2 vasos de leche por día o 2 yogures o sus equivalentes.
Cada vaso de leche equivale a :

  • 1 yogur
  • 1 helado
  • 1 flan o postre.
  • 1 trozo de queso
  • 1 vaso de leche chocolatada

2 - Carnes, Legumbres y Huevos

Junto con los lácteos, representan la más importante fuente de proteínas de buena calidad.

Cuando hablamos de carnes incluímos carne vacuna, de pollo y pescado.

Además de proteínas, las carnes aportan hierro de origen animal que es mejor aprovechado por el organismo que el hierro de origen vegetal como el que aportan las legumbres.

El consumo deberá estar limitado a una sola porción de carne por día, especialmente la carne vacuna por contener grasas saturadas y colesterol.

Las legumbres, son todo tipo de porotos (de soja, de manteca), los garbanzos y las lentejas. Estos alimentos están incluídos en este grupo por el elevado aporte de proteínas que brindan. Algunos se destacan más, como la soja que contiene más proteínas y de mejor calidad.

También contienen hierro de origen vegetal que combinado con vitamina C va a ser mejor aprovechado por el organismo.
Los huevos, se incluyen en este grupo porque son una buena fuente de proteínas de alta calidad así como las carnes y las legumbres. También aportan hierro y su yema es muy rica en colesterol.

Recomendación:

  • 1 porción chica de carne por día (100-150 gr)
  • 1 porción de legumbres o 1 huevo (no más de 3 veces por semana)

3- Frutas y Verduras

Dentro de este grupo incluimos todas las frutas y verduras (frescas o envasadas).

Las frutas pueden ser frescas ó desecadas (higos, orejones, pasas de uva, ciruelas, etc) que al cocinarse pierden algunas vitaminas pero conservan la cantidad de fibra.

Las frutas y verduras, sobre todo si son frescas aportan gran cantidad de vitaminas y minerales (indispensables para el metabolismo celular y el crecimiento del organismo) y fibra.
La fibra contribuye a regular la función del intestino y a prevenir enfermedades (obesidad, cáncer, enfermedades intestinales y cardiovasculares)

Aportan vitamina C (si son frescas y crudas) y las amarillas-anaranjadas y las de color verde oscuro, vitamina A.
Se recomienda el consumo de frutas y verduras preferentemente crudas para preservar sus vitaminas y minerales, en forma diaria y abundante, especialmente desde la niñez para crear el hábito de por vida.

Recomendación:

  • 2 o 3 frutas diarias, prefiriendo cítricos y kiwis porque aportan abundante vitamina C.
  • 2 porciones de verduras cruda o cocidas, prefiriendo los de color amarillo intenso como la calabaza, zapallo y zanahoria, y los de color verde como la acelga y la espinaca.

4 - Harinas y Cereales

En este grupo se incluyen los granos como el arroz, el trigo, la avena, la sémola, los cereales en copos o inflados, sus harinas y los productos que se realicen con ellas como el pan, las pastas y las galletas.

Todos ellos son fuente de hidratos de carbono que aportan energía para el crecimiento y la actividad física, de fibra en su variante integral y algunas vitaminas del grupo B.

Pese al mito de que "las pastas engordan" se pueden incluir en toda dieta equilibrada sin temor a agregar muchas calorías, siempre y cuando estén acompañadas de salsas livianas.

Recomendación:

  • 4 porciones de cereales por día

Cada porción equivale a :

  • ½ taza de cereales cocidos
  • 2 rodajas de pan
  • ½ taza de copos
  • 1 plato chico de pastas

5 - Grasas y Azúcares

Los alimentos de este grupo aportan fundamentalmente energía, vitamina E (aceites), vitamina A (manteca) y colesterol (manteca, crema, chocolate y golosinas).

Incluimos en este grupo:

Azúcares: el azúcar común, los dulces en general, las mermeladas, el dulce de leche, las golosinas, el chocolate y las gaseosas
Grasas: Aceites, manteca y crema.

Entre éstas se puede distinguir entre las de origen vegetal (aceites) y las de origen animales (manteca, crema y la grasa de la carne y el pollo).

Esta distinción es necesaria para recomendar el uso de las de origen vegetal en lugar de las de origen animal, ya que éstas últimas inciden en el aumento de colesterol y de las enfermedades cardiovasculares.

Recomendación:

  • Limitar el uso de las grasas de origen animal en general, no así el uso de las de origen vegetal (aceites) - Moderar el consumo de dulces vinculado con la aparición de caries y obesidad.
  • No favorecer el consumo de gaseosas y jugos artificiales que contienen gran cantidad de azúcar, favorecer el consumo de jugos naturales de fruta fresca.

Fuente: http://www.alimentacion-sana.com.ar/informaciones/novedades/infantil.htm

Baltasar Manzano Albaladejo

Relación Alumno-Profesor

Este es un ejemplo ficticio sobre cómo ha cambiado el papel del profesor y del alumno en el aula. El alumno suele tener el poder sublime sobre el profesorado e incluso los padres defienden su postura y tachan la función del profesor.

Ante esto, es necesario una colaboración e implicación de la familia para erradicar este problema y encargar a la función docente su poder sobre los alumnos y evitar así que se produzca la subordinación de los alumnos hacia la función del profesorado.



Baltasar Manzano Albaladejo

miércoles, 24 de marzo de 2010

Hábitos de higiene personal



Uno de los principales papeles de los padres es facilitar al niño el aprendizaje de todos los hábitos básicos de autonomía como son la higiene diaria y el cuidado personal.

La higiene es una parte fundamental en nuestras vidas ya que a partir de ella se previenen enfermedades y se crean buenos hábitos de salud. Asimismo, favorece entre los niños su adaptación social ya que en los primeros años de vida escolar los grupos de amistades se comienzan a formar selectivamente.

Los hábitos de higiene también lo ayudan a conocer su cuerpo y brindarle una sensación de seguridad e independencia.

Principales hábitos de higiene

Es importante que el niño tenga claro cuáles son los hábitos que ha de emplear en cada momento. Debe aprender, por ejemplo, que nada más levantarse tendrá que asearse, que después de cada comida habrá que cepillarse los dientes y que antes de comer tiene que lavarse las manos.

Al principio, cuando son pequeños y están empezando a aprender los hábitos de higiene, es fundamental que los elogiemos cuando lo hagan correctamente o sin necesidad de que nosotros se lo indiquemos, de esta forma estaremos reforzando esa conducta.


- Higiene bucal. Antes de que el niño pueda cepillarse los dientes, los padres deben pedirle su compañía en el baño para mostrarle cómo se lavan los dientes y explicarles qué están haciendo y para qué sirve el cepillo y la pasta dental. Si el niño lo desea, debemos ponerle un poquito de pasta, específica para niños, en un cepillo que tengamos preparado para él.

Será aproximadamente a partir de los dos años de edad cuando el niño imitará los movimientos de sus padres al cepillarse. Alrededor de esa edad lavarse los dientes debe formar parte de sus costumbres diarias. Como mínimo, se los lavará dos veces al día aunque lo aconsejable es después de cada comida.

Una buena higiene bucal y visita regulares al dentista, según nos aconseje el propio dentista, prevendrá la aparición de caries y otras enfermedades dentales.

- Higiene en el vestir. La ropa y los calzados de los niños es un punto en el que debemos fijarnos especialmente. Tenemos que enseñarles que por las mañanas cuando van al colegio, tienen que salir con la ropa y los zapatos perfectamente limpios. Para ello, si los niños son mayores, la noche anterior deberán cerciorarse de ello y acostumbrarse a limpiar sus zapatos todas las noches. En el caso de que sean pequeños, lo haremos nosotros.

Tras el baño deberán ponerse ropa limpia y colocar la ropa sucia en su sitio. Deben aprender también que a diario tienen que cambiarse de ropa interior y a buscar la ropa más adecuada para cada ocasión, así como a aprender a cuidarla, conservándola en buen estado y teniendo sus armarios ordenados y cada prenda de vestir colocada en su sitio.

Los zapatos, deben ser cómodos, traspirables y adecuados a su pie, ni demasiado grandes ni demasiado pequeños. Han de aprender a limpiarlos y cuando los niños sean mayores y en el caso de que lo necesiten, deberán extremar la higiene de los pies utilizando productos específicos para el mal olor.

- El baño y la ducha. El baño debe ser un momento de placer para los bebés o niños muy pequeños. Podemos meterles juguetes en la bañera y hacer que se entretengan jugando mientras se relajan con el baño. El momento de enjabonarlos debe ser también agradable, para ello una esponja suave y un champú que no irrite los ojos es fundamental.

A partir de los seis años de edad podemos permitirle que se duchen ellos solos, a esta edad ya están preparados para hacerlo correctamente. No obstante, debemos revisarlos de vez en cuando y aprovechar para limpiarles bien las orejas y observar si es necesario cortar las uñas.

- Higiene de manos. Antes de sentarse a la mesa deberá lavarse siempre las manos. Esto debe convertirse en hábito que hagan de modo reflejo antes de las comidas y no sólo de la principal, sino siempre que vayan a comer: en desayuno, comida, merienda y cena.

También deben lavarse las manos tras acabar de comer. Es fundamental y un hábito de higiene básico y que jamás deben saltarse, lavarse las mano cada vez que vayan al retrete para evitar posibles infecciones.


¿A qué edad hay que empezar? ¿Y cómo hacerlo?


Un niño siempre entenderá más de lo que puede expresar aunque creamos que no comprende, por lo que hay que introducirlo en los hábitos de higiene tan pronto como sea posible. En los niños pequeños las rutinas diarias como cambiarle el pañal, limpiarlo al comer o bañarlo les hace aprender que son hábitos indispensables.

Aún así es en la edad escolar cuando la adquisición de los hábitos toma la mayor relevancia. A esta edad ya deberían estar habituados, pero aún así es importante recordarles la importancia de los hábitos higiénicos.

Una manera de inculcar hábitos es describir al niño de acuerdo a su nivel de desarrollo todas las acciones y los beneficios que le aporta el aseo diario, como sería el sentirse limpio, oler y verse bien.

También es importante la comunicación no verbal entre padres e hijos, enseñarles con buen humor y de manera relajada hará que disfrute de estos momentos y no se conviertan en un suplicio.

La constancia y el ejemplo de los mayores también ayudan, ya que los niños aprenden por imitación de los modelos que tienen a su alrededor.

Dos cosas a tomar en cuenta:

Hay que evitar la obsesión por la limpieza. Hay que enseñar a los niños que deben hacer en caso de que estén fuera de casa y tengan que realizar tareas de higiene como por ejemplo ir a lavabos públicos.

Los niños necesitan explorar, jugar y divertirse y es normal que prueben y a veces ensucien su cuerpo, y sus cosas, esto no significa que puedan hacer lo que quieran y donde quieran. Uno de los hábitos de higiene también sería enseñar las circunstancias en donde pueden probar y ensuciarse, y cuando tienen que vigilar su higiene y cuidar de su presentación.

Fuente:http://www.baobabparents.com/padres/articulo/la-importancia-habitos-higiene-ninos/42/
http://www.pulevasalud.com/ps/subcategoria.jsp?ID_CATEGORIA=103785&RUTA=1-3-69-102031-103785#0

Baltasar Manzano Albaladejo

martes, 23 de marzo de 2010

"El papel de la familia en la violencia escolar". Emilio Bohórquez Rodríguez


El origen de la conducta violenta

En el estudio de las conductas violentas, ocupa un lugar importante la tesis de que las personas que tienen propensión a la violencia lo hacen impulsadas por sus rasgos caracteriales innatos, que les obligan a responder a los estímulos ambientales o a las demandas del entorno con agresividad. Es decir, que la violencia estaría determinada desde el mismo momento del nacimiento. Si bien esta postura no goza del consenso de la comunidad científica, que tiende cada vez más a buscar causas múltiples a un problema ciertamente complejo. Unas líneas de trabajo que han tenido muchísimo respaldo en los últimos 30 años han sido las teorías ambientalistas, que propugnan que cualquier individuo, al margen de su genotipo particular, aprende actitudes y valores que lo inclinan hacia la agresividad y la conducta violenta o no, dependiendo de una enorme cantidad de variables relacionadas con el aprendizaje. En definitiva, ante la cuestión de si la persona violenta “nace” o, si por el contrario “se hace”, se tiende a adoptar una posición intermedia que trata de conciliar las teorías genéticas y las ambientales.

La evidencia experimental más sólida, da a entender que existe en cada uno de nosotros un potencial agresor, que ha sido un fiel aliado del ser humano en los últimos 6 millones de años. Pero esta tendencia, que en el pasado más remoto contribuyó a la supervivencia de la especie, en la actualidad está inadaptada en una sociedad que castiga más que nunca los comportamientos violentos. Sin embargo, la tendencia innata del ser humano a la violencia puede ser modelada por el aprendizaje. Se puede aprender en relación a la expresión de la violencia, el problema radica en que este aprendizaje funciona en los dos sentidos: se puede entrenar la capacidad de control de la agresión o, por el contrario estimular su expresión.

Así las cosas, podemos apreciar la responsabilidad fundamental que tienen los educadores en particular, el Sistema Educativo en general y, por supuesto la familia, en el problema cada vez más acuciante de la violencia. La cuestión deja de ser si el violento “nace o se hace”, la pregunta debe centrarse en ¿cómo la educación puede conseguir que el potencial violento no exprese su tendencia a la agresión?, ¿cómo se puede inhibir el instinto básico de agresión para que no se manifieste?.

Este planteamiento es posible matizarlo hasta el infinito cuando se coloca en el marco de una sociedad ciertamente ambigua hasta el punto de la hipocresía que afirma detestar la violencia, la castiga de hecho con severidad, mientras que la idealiza, la alaba y la dispensa a través de los medios de comunicación, cine, entretenimiento, etc, proporcionando modelos de violencia a los mismos niños que pretende educar en la paz , la tolerancia y el respeto.

La interacción Familia - Patrones conductuales

Centrando el problema de la agresividad en el ámbito escolar, existe abundante evidencia experimental de que el entorno familiar es uno de los factores influyentes más poderosos en la conducta violenta de los alumnos conflictivos. Se considera probado que las experiencias familiares pueden contribuir poderosamente a desarrollar posibles patrones de conducta violentos y/o antisociales.

La evidencia experimental más significativa es el estudio de William y Joan Mc Cord (Mc Cord y Mc Cord, 1966). Estos investigadores querían saber si la asistencia social podía reducir las tendencias antisociales de jóvenes de la clase trabajadora. El estudio continuó durante un tiempo, pero no se pudo determinar que hubiera una relación causal significativa. Sin embargo, los registros tomados por los asistentes sociales se pudieron utilizar para un nuevo estudio longitudinal. Esta vez se quiso saber qué había sido de los chicos estudiados al cabo de los años. En esta ocasión se puso de relieve un hallazgo experimental de lo más interesante: Se pudo concluir que las experiencias en la familia eran el factor que determinaba con más peso la tendencia y frecuencia con que los jóvenes respondían agresivamente cuando se veían amenazados. Mc Cord descubrió que las formas en que los padres habían educado a sus hijos desde la infancia se relacionaba con la cantidad de conductas violentas y antisociales de los jóvenes, y más aún, con los registros delictivos de estos niños cuando alcanzaban los 30 años.

En efecto, podemos afirmar que el entorno familiar puede convertirse en un caldo de cultivo favorable para el desarrollo de tendencias violentas y antisociales. Por lo tanto es necesario que todos los educadores tengan siempre presente en su actividad, que las familias representan una “piedra de toque” tanto en las intervenciones primarias (formativas) como en las secundarias (correctoras) a la hora de fomentar actitudes de convivencia, tolerancia, educación para la paz y control de la agresividad y la violencia en cualquier centro educativo.

Asumir por la evidencia experimental el poder que las familias tienen de “enseñar” tendencias violentas, es sólo una parte del problema. La cuestión más importante radica en descubrir que tipos de influencias y qué factores de la relación familiar están implicados.

Uno de los primeros experimentos que trataron de dar respuesta a esta pregunta es el de Albert Bandura, el padre del aprendizaje social, por imitación o vicario, como se prefiera. Bandura (Bandura, 1983) entrevistó a los padres y madres de 52 niños en California Central con el fin de estudiar el origen de la violencia adolescente. Entre otras cosas, preguntaban a las madres y padres si alguna vez habían animado a sus hijos a pelear o los habían instruido en este sentido. Descubrieron que en muchos casos, sobre todo en el caso de los niños más violentos, los padres no sólo habían aconsejado a los niños que se “defendieran de las amenazas utilizando la violencia” sino que en algunos casos también obligaban bajo coacciones y amenazas a que lo hicieran. Los padres enseñaban a sus hijos mayoritariamente el razonamiento de “agresión por agresión” e incluso el concepto de “agresión preventiva”, con la esperanza de que de esta forma sus hijos fueran respetados.

Bandura concluyó que, de esta forma los niños sólo aprendían el concepto de Dominancia-Sumisión, o dicho de otra forma, la violencia es positiva porque con ella, siempre que sea posible ejercerla, eres más respetado.

De esta forma, Bandura puso de relieve el poderoso reforzador que es para la agresividad y la violencia el efecto de la recompensa primaria ( obtener el respeto de los demás y la admiración de los padres). Los niños no aprenden las consecuencias negativas que, a largo plazo, entraña la conducta violenta y por eso, el problema se complica al hacerse crónica la conducta violenta por ser admitida como válida en el entorno familiar.

¿Qué pueden hacer los progenitores?

Podría decirse que los niños no entienden de matices en lo que a conducta violenta se refiere y sólo aprenden que ser violento tiene muchas ventajas. No llegan a discriminar que la conducta violenta sólo es aceptable en muy contados casos y circunstancias muy determinadas. No se puede enseñar a un niño a ser “sólo un poquito violento”, ya que los matices son muy sutiles para que la mente infantil, y su sistema heterónomo de valores pueda asimilarlos.

Cuando desde la familia se aprueba e incentiva la conducta agresiva y violenta, el niño, indefectiblemente incorpora esos patrones de conducta a su repertorio, ejercitándolos en cualquier situación social en la que se sienta mínimamente amenazado. Éste es el factor más poderoso que determina la tendencia violenta de un niño: la aquiescencia de los padres y la práctica en el entorno familiar. La aprobación explícita o tácita de la conducta violenta de los niños en el entorno familiar funciona como un premio que aumenta la posibilidad de que ésta se repita en el futuro y acabe generalizándose a otras situaciones.

No es necesario el refuerzo positivo (premio) directo de la conducta agresiva para que ésta se refuerce, basta con que el niño la observe en sus padres o hermanos o que la experimente él mismo sin recibir un castigo para que sea cada vez más ejercitada. El refuerzo de la conducta agresiva es, sobre todo, indirecto y comienza en la familia. Por ello los padres deben mostrar una actitud firme y resolutiva a la hora de reprobar la conducta violenta de sus hijos, no basta con el silencio, los educadores deben actuar dando ejemplo. Los hijos deben entender sin ningún tipo de dudas que la violencia no es admisible, ejercitando pautas de conducta basadas en el diálogo y la tolerancia. Y ello no es fácil, porque parece que el Primer Mundo guarde dos criterios sobre la violencia: Uno para si mismo, los “ciudadanos de primera”, donde se aspira a la idílica convivencia y se rechaza el más mínimo atisbo de violencia, ya sea simbólica o fáctica. Y otro muy distinto, para los ciudadanos “de segunda”, los del Tercer Mundo, donde la vida humana vale lo que los intereses políticos y económicos de Occidente dispongan.

Los primeros que deben dar ejemplo de rechazo a la violencia son los padres en su conducta cotidiana: desde la forma de relacionarse con la pareja (una conducta despectiva o agresiva es un patrón que los hijos asimilan y hacen suyo a la hora de interrelacionarse con sus compañeros); la resolución de conflictos domésticos, sociales o laborales (si la violencia verbal, el improperio y la amenaza son las herramientas de resolución de conflictos de sus padres, es lógico que los hijos las consideren “normales”); la percepción de los medios de comunicación (si los padres no comentan la reprobable agresividad de muchos videojuegos, películas, etc...los menores observarán incrédulos la hipocresía de una sociedad que en la escuela le enseña el respeto y en los medios de comunicación le mitifica la violencia); la percepción de los conflictos (el terrorismo, la guerra y la violación de los derechos humanos están a la orden del día en nuestro planeta, parte de los cuales llega a nuestros hogares mediante radio, prensa o televisión, y es labor de los padres comentar la barbarie de estos hechos y la sinrazón de los mismos, puesto que los hijos se moverán en la ambigüedad de observar como los mismos políticos que defienden en sus flamantes leyes educativas su compromiso para con la paz y los derechos humanos, son los mismos que apoyan la guerra, venden armamento a países dictatoriales o guardan silencio mientras comunidades inocentes son masacradas por intereses partidistas y económicos).

Por tanto, los alumnos de hoy, que son los adultos del mañana, deben ser educados en una cultura para la paz desde el mismo entorno familiar. Una cultura de la no violencia sin ambigüedades.

Fuente:
http://www.cepazahar.org/eco/n4/spip.php?article44.

Carmen Mª Gil Ruiz

lunes, 22 de marzo de 2010

Alfonso Malpica: "La alianza entre escuela y familia es nula"


La violencia en las aulas y el deterioro de las relaciones alumno-profesor y padres e hijos son temas que están a la orden del día. El profesor y rector de la universidad mexicana Doctor Emilio Cárdenas, Alfonso Malpica, experto en pedagogía sistémica, lleva años estudiando la solución a estos conflictos desde la única corriente que, en su opinión, puede restablecer la alianza de la familia y la escuela y la armonía entre padres, hijos y docentes. Recientemente ofreció un curso en el centro de terapia natural Espígol.

-¿Cuáles son las bases de la pedagogía sistémica?
-La pedagogía sistémica es una propuesta novedosa que mira amorosamente la relación entre el sistema familiar y el educativo. Se trata de ver de qué manera se pueden establecer puentes para la alianza de ambos y así recuperar la confianza de un lado y otro.

-¿En qué punto está esa alianza?
-Es cero, es nula. Los padres reclamamos a la institución y la institución está sobrecargada. Todo ello repercute en el mundo emocional del estudiante.

-¿Quién debe tener una mayor implicación en la educación de los chicos, los padres o los profesores?
- Los chicos que están equilibrados emocionalmente aprenden con mayor facilidad. Cuando están ocupados en las situaciones que suceden en casa, tienen mayores dificultades. El papel más importante es el de la familia, pero también hay que tener presente la realidad y es que a los padres también les exigen sus empresas, tienen una vida profesional extenuante. En la mayoría de hogares trabajan el padre y la madre o ella está sola en casa y tiene que cubrir toda una gama de exigencias. Con lo cual se toma la escuela como una extensión de la guardería.

-¿Qué propone para conectar familia y escuela?
-El primer paso es que la institución educativa realice un trabajo personal con los docentes y recupere su propio equilibrio. También que convoque a los padres con mayor frecuencia para que juntos puedan aclarar los asuntos. Por su parte, la familia debe tener una mirada más sensible y no enfrascarse en situaciones sin solución.

-¿Cómo deben educar los padres a sus hijos?
-Los padres son los que construyen el desarrollo emocional de sus hijos. Así que deben dejarlos fuera de cualquier situación de conflicto, incluso en el caso extremo del divorcio. Es muy importante que se haga un buen divorcio y se deje a salvo a los chicos. No hay que despotricar del cónyuge delante de los hijos porque para ellos su padre y su madre son cada uno el 50% de su sostén emocional. Si éste se deteriora, no encuentra sus anclajes y llegan los problemas. En estos casos, las familias quieren que la escuela se haga cargo de la educación.

-¿Qué se puede hacer cuando surgen los problemas en el aula?
-Estas situaciones difíciles hay que mirarlas como una expresión de amor. Es solo una llamada de atención por parte de los chicos. Nunca es nada personal contra un profesor. Siempre se trata de una situación no resuelta en casa y para afrontarla en la escuela se necesita una alta capacitación de los profesores. Se trata de una de las profesiones más difíciles en este momento.

-Dar el rango de autoridad a un profesor ¿es parte de la solución?
-Es una contención funcional pero no es una solución profunda. El problema seguirá creciendo mientras no vayamos a la raíz. Lo primero que se debería hacer es que los profesores tuvieran una charla con los padres al menos una vez al trimestre. Querer solucionar esos temas por parte de la escuela sin el apoyo de las familias parece una labor titánica.

-¿Deberían prepararse los profesores para disponer de más recursos a la hora de hacer frente a esos conflictos en el aula?
-Es cierto que el maestro conforme pasan los años no profundiza en esas situaciones embarazosas, lo cual influye en que se altere cada vez más. Considero que igual que nos capacitamos en los aspectos didácticos también deberíamos formarnos en los aspectos de la relación con los seres humanos. Pondría en primer lugar el desarrollo personal del maestro para que pueda afrontar con la mayor madurez ese tipo de problemas.

-¿Qué responsabilidad tienen los chavales en todo este contexto?
-Los alumnos que presentan estas actitudes son los menos responsables. En primer lugar, los responsables son los padres porque teóricamente la educación nace en casa. Luego, las instituciones. Las instituciones educativas tenemos que entender que estamos ahí para apoyarles.

-Usted es un experto en coaching sistémico, un nuevo enfoque para resolver conflictos en el ámbito de la empresa...
-Tras la familia y la escuela nos desarrollamos como seres humanos en la empresa y éstas deberían considerar que no trabajan con máquinas. A veces las empresas se cierran a los sentimientos porque creen que no deben entrar en el trabajo, pero negar que hay emocionalidad es negar la realidad es querer tapar el sol con un dedo.


Fuente: Periódico digital "La Verdad" de Elche (Alicante), publicado el 12 de Octubre de 2009. http://www.laverdad.es/alicante/20091012/elche/alianza-entre-escuela-familia-20091012.html

Baltasar Manzano Albaladejo

viernes, 19 de marzo de 2010

Día del padre


Hoy, 19 de marzo, es el Día del Padre.
Esperamos que pasen un buen día junto a sus hijos y les guste el regalo que llevan días preparando en clase.

"A veces el hombre más pobre deja a sus hijos la herencia más rica" (Ruth E. Renkel).

"Es un hombre sabio el que conoce a su propio hijo" (William Shakespeare).


Poema dedicado al Día del Padre:

La nobleza del alma es su nobleza;
la gloria del deber forma su gloria;
es pobre, pero forma su pobreza
la página más grande de su historia.
Siendo el culto de mi alma su cariño,
la suerte quiso que al honrar su nombre
fuera el amor que me inspiró de niño
la más sagrada inspiración del hombre.
Quiera el cielo que el canto que me inspira
siempre sus ojos con amor lo vean
y de todos los versos de mi lira
éstos los dignos de su nombre sean.

Juan de Dios Peza


Baltasar Manzano Albaladejo

jueves, 18 de marzo de 2010

Cómo reconocer el maltrato de menores: Los síntomas y los indicios (Recognizing Child Abuse and Neglect: Signs and Symptoms)


Hoy, vamos a profundizar el tema del maltrato al menor. Si su hijo presenta alguno de estos síntomas o cree que pueda sufrir algún tipo de problema, es necesario que el centro educativo y el profesorado estemos informados con el objetivo de ayudar a la familia a solucionar el problema, pero sobre todo al niño. Por lo tanto, vamos a conocer las características del maltrato al menor:

El primer paso para ayudar a los niños que han sido abusados o descuidados es reconocer los indicios del maltrato de menores. La presencia de un solo indicio no es prueba suficiente de que haya ocurrido el abuso en una familia, pero vale le pena evaluar la situación si estos indicios aparecen con frecuencia o en combinación.

Si usted sospecha que un niño es víctima del maltrato y lo denuncia puede proteger a este niño y obtener ayuda para su familia. Cualquier persona interesada puede denunciar sospechas de abuso y negligencia de menores. Algunas personas (por lo común ciertos tipos de profesionales) están obligadas por ley a denunciar el maltrato de menores en ciertas circunstancias—a estas personas se les llama denunciantes obligados.

Para averiguar cómo y dónde puede hacer una denuncia, llame a su oficina local de servicios de protección de menores o a su departamento de policía.

Cómo reconocer el maltrato de menores

Estos pueden ser indicios de abuso o negligencia de menores:

El niño:

  • Demuestra cambios repentinos en su comportamiento y en su desempeño escolar
  • Tiene problemas de aprendizaje que no pueden ser atribuidos a una causa física o psicológica específica; se concentra con dificultad
  • Siempre está alerta, como si algo malo le pudiera ocurrir
  • Carece de supervisión adulta
  • Es extremadamente retraído, pasivo o sumiso
  • Llega temprano a la escuela y a otras actividades, se queda hasta tarde y no quiere regresar a su casa

El padre (o la madre):

  • Demuestra poco interés por el niño
  • Ha sido notificado de los problemas físicos o médicos del niño, pero el niño no ha recibido tratamiento
  • Niega la existencia de los problemas del niño en casa o en la escuela, o culpa al niño por estas dificultades
  • Pide a los maestros o cuidadores que utilicen fuerza física severa como método de disciplina si el niño se porta mal
  • Piensa que el niño es por naturaleza malo, problemático o que vale poco
  • Exige resultados físicos o académicos que el niño no puede alcanzar
  • Muestra cierta dependencia afectiva con el niño; lo necesita para satisfacer sus necesidades emocionales; exige toda su atención

El padre (o la madre) y el niño:

  • Raramente se tocan o se ven a la cara
  • Consideran que su relación es completamente negativa
  • Dicen no caerse bien

Tipos de abuso

Estos son algunos indicios comúnmente asociados a ciertos tipos de abuso y negligencia, como el abuso físico, la negligencia, el abuso sexual y el abuso emocional. Es importante subrayar que estos tipos de abuso por lo común se manifiestan en combinación y no aisladamente. Un niño que es abusado físicamente a menudo también es víctima de otros tipos de abuso, como el abuso emocional o psicológico. Un niño abusado sexualmente también puede ser víctima de la negligencia o el abandono.

Indicios de abuso físico

Hay que considerar la posibilidad de abuso físico cuando el niño:

  • Tiene lesiones, quemaduras, mordidas, ojos amoratados o huesos dislocados o rotos
  • Tiene moretones, machucones u otras marcas en la piel después de haber faltado al colegio
  • Parece estar aterrorizado de sus padres y llora o protesta cuando es hora de irse a su casa
  • Se encoge o se disminuye cuando un adulto se le acerca
  • Dice que ha sido lastimado por uno de sus padres o por un cuidador

Hay que considerar la posibilidad de abuso físico cuando el padre, la madre u otro cuidador adulto:

  • Da una versión contradictoria o poco convincente, o cuando no puede explicar las lesiones del niño
  • Dice que el niño es "malo", o lo describe de manera muy negativa
  • Recurre a la fuerza física severa para disciplinar al niño
  • Fue abusado durante su infancia

Indicios de abandono o descuido

Hay que considerar la posibilidad de negligencia o abandono cuando el niño:

  • Falta a la escuela con frecuencia
  • Anda mendigando para que le den comida o dinero, o los roba.
  • Carece de atención médica o dental, no tiene inmunizaciones o lentes (si los necesita)
  • Con frecuencia está sucio y huele mal
  • No tiene ropa suficiente para protegerse del clima
  • Abusa el alcohol y las drogas
  • Dice que no hay nadie en casa que lo pueda cuidar o atender

Hay que considerar la posibilidad de abandono o negligencia cuando el padre, la madre u otro cuidador adulto:

  • Se muestra indiferente hacia el niño y sus necesidades
  • Parece estar deprimido o sin motivación
  • Se comporta de manera irracional
  • Abusa el alcohol y las drogas

Indicios de abuso sexual

Hay que considerar la posibilidad de abuso sexual cuando el niño:

  • Tiene dificultes para caminar o para sentarse
  • De pronto se niega a participar en actividades deportivas o a cambiarse de ropa en el gimnasio
  • Dice que tiene pesadillas y que se orina en la cama
  • De pronto le cambia el apetito, no come bien
  • Demuestra conocimientos sobre la sexualidad que parecen muy sofisticados, inusuales o hasta raros para su edad
  • Se embaraza o contrae una enfermedad venera, particularmente si tiene menos de catorce años
  • Se escapa de su casa
  • Dice que fue abusado sexualmente por uno de sus padres o por un cuidador adulto

Hay que considerar la posibilidad de abuso sexual cuando el padre, la madre u otro cuidador adulto:

  • Sobreprotege al niño o limita severamente su contacto con otros niños, especialmente del sexo opuesto
  • Se recluye y es dado al misterio
  • Es celoso y controla a otros miembros de la familia

Indicios del maltrato emocional

Hay que considerar la posibilidad de maltrato emocional cuando el niño:

  • Demuestra comportamientos extremos, que van de la sumisión al comportamiento intempestivo, de la pasividad a la agresión
  • Se comporta como adulto (por ejemplo, cuidando a otros niños), o demuestra cierto infantilismo (golpeándose la cabeza o meciéndose)
  • Está retrazado en su desarrollo físico o emocional
  • Ha intentado suicidarse
  • Dice que no tiene un vínculo afectivo con sus padres

Hay que considerar la posibilidad de maltrato emocional cuando el padre, la madre u otro cuidador adulto:

  • Acusa, desprecia o humilla al niño constantemente
  • No demuestra ningún interés por el niño y se niega a aceptar ayuda para los problemas del niño
  • Rechaza al niño abiertamente

Fuente: http://www.childwelfare.gov/pubs/factsheets/sp_signs.cfm

Baltasar Manzano Albaladejo